Con esta creación, Prada marca un punto de inflexión en sus fragancias, todas ellas de carácter clásico y exclusivo, ya que muchas de ellas se vendían únicamente en sus tiendas oficiales, y abre así sus puertas a un público totalmente desconocido para ellos, los jóvenes. Con Prada Candy la firma se sumerge por primera vez en un mundo de fantasía, en el que reina la picardía y la audacia. su pirámide olfativa oriental empieza con la sensualidad y el dulzor del almizcle, para dar paso a un toque amaderado y casi pegajoso y de benjuí en una base dulce de caramelo.